El secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, se comunicó por primera vez con el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó. Así lo confirmó la Casa Blanca en un comunicado.
“El secretario Blinken resalta la importancia del retorno a la democracia en Venezuela a través de elecciones libres y justas”, informó el departamento de Estado en un comunicado.
Durante la llamada, el secretario de Estado describió los esfuerzos de trabajar con aliados como la Unión Europea, el Grupo de Lima, la OEA y el Grupo Internacional de Contacto para incrementar la presión multilateral y así conseguir una transición pacifica y democrática.
“El secretario Blinken y el presidente interino Guaidó discutieron las necesidades humanitarias urgentes en Venezuela que han obligado a casi 5,5 millones de venezolanos a huir de Venezuela, y el secretario Blinken aplaudió los esfuerzos para encontrar soluciones para aliviar su sufrimiento y se comprometió con el apoyo continuo de Estados Unidos”, cierra el comunicado.
Horas antes, el líder de la diplomacia del país norteamericano se había comunicado con su homóloga de Noruega, país que ha jugado un rol de mediador entre la dictadura y la oposición durante los últimos años.
Esta fue la primera comunicación formal entre Guaidó y Blinken, quien ya había adelantado que la administración de Joe Biden continuaría reconociéndolo como interlocutor legítimo en detrimento de Nicolás Maduro, a quien calificó como un “brutal dictador”.
El funcionario se expresó en profundidad sobre el país caribeño durante su audiencia de confirmación ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, antes de asumir sus funciones. En ese entonces, Marco Rubio le consultó si era “su visión que nuestra postura hacia Venezuela debe cambiar en esencia, que ya no debemos reconocer a Juan Guaidó y entrar en negociaciones con Maduro”.
Blinken negó que ese fuera el caso y dijo estar “muy de acuerdo” con Rubio en una serie de pasos tomados por Washington hacia Caracas durante la administración anterior. Entre ellos, mencionó el reconocimiento de Guaidó como presidente interino de Venezuela, así como de la Asamblea Nacional elegida en 2015 como la única institución elegida democráticamente en el país.
También dijo coincidir en la búsqueda de “aumentar la presión sobre el régimen”. “La parte difícil es que a pesar de todos esos esfuerzos, que apoyo, obviamente no hemos obtenido los resultados que necesitamos”, afirmó.
Entre los aspectos “a considerar”, señaló “una mejor cooperación de coordinación más fuerte con países afines” y un enfoque “más efectivo” hacia las sanciones “para que los facilitadores del régimen realmente sientan el dolor”.
Durante el fin de semana, un funcionario de la Casa Blanca indicó que el gobierno “no tiene prisa” en levantar las sanciones impuestas sobre la dictadura, y solo se consideraría si “el régimen toma medidas de fomento de la confianza que demuestren que están listos y dispuestos a entablar conversaciones reales con la oposición”.
El funcionario, que habló bajo condición de anonimato, no especificó qué pasos necesitaría dar Maduro, pero dijo que no se le podría permitir usar las negociaciones como una “táctica dilatoria” para consolidar el poder y dividir a la oposición, como se le ha acusado de hacer en el pasado.
En la misma línea se pronunció el asesor senior del Consejo Nacional de Seguridad para la Casa Blanca, Juan González. En febrero, el funcionario dijo que “Maduro ha usado el diálogo para demorar y poner en prisión a miembros de la oposición”.
A nivel general, dijo que el enfoque será “una política bipartidista” y además planean “restaurar una coalición multilateral a favor de una salida democrática a la crisis actual”. También explicó que se busca “redoblar los esfuerzos humanitarios no solo dentro del país”, sino también en otros países como Colombia que se han visto muy afectados por la crisis migratoria generada por el régimen.
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